miércoles, 19 de noviembre de 2008

El Anticristo de Nietzsche

RECOMENDACIÓN IMPUESTA
(Recomendación a la manera de algunos padres cuando recomiendan qué carrera estudiar)

Texto de Joel Córdova Rojas

Me tocó la difícil tarea de recomendarles un libro. Y como eso de la recomendada es pura pérdida de tiempo (los tristes humanos nunca hacen caso a recomendaciones sensatas). Me siento obligado a utilizar la violencia: “Van a leer El Anticristo o se van a la mierda”. Así. Como a ustedes les gusta que se les pida algo para hacerlo. Con fuerza. Porque esto de leer es cosa seria, señores. Porque como ustedes no se dan cuenta (ya que siempre son sus “ustedes”, sus “yos”, sus “vidas”, sus “penas”, sus “huadas”, sus etcéteras), alguien debe recordarles que cada vez estamos más cerca del colapso ambiental y humano (término arcaico que alguna vez importó). Porque en mayor cantidad nos dejamos seducir por ese objeto casi cuadrado que por lo general solo emite basura y digerimos muy a gusto, muy a ritmo de reggetón, muy a muymuy en medio del pan del desayuno o como el arroz infaltable del almuerzo.

El Anticristo (maldición contra el cristianismo). Léanlo. Tal vez sus vidas cambien como la mía… Y como para motivarlos les contaré mi experiencia con ese libro: Tenía 17 años cuando escuché por primera vez el nombre de “Nich” (así) por los pasillos de la universidad conversando con dos compañeros sobre las posibilidades que tenemos de ayudar y ser autosuficientes, entonces uno de ellos a manera de burla profirió: “oe, tú estás como Nich, que dijo: Dios ha muerto, pero no importa, acá estoy yo”. Quedé sorprendido por la frase, jamás pensé que existiera alguien capaz de retar a Dios; es más, querer ocupar el lugar de Dios. Pues claro, yo aún era un muchacho con miedo de Dios, que recién empezaba en ese mundo de libros para leer. Sinceramente para mí fue algo admirable. Y así empecé mi búsqueda del hombre que fue capaz de decir semejante cosa. Descubrí que su nombre completo era Friedrich Nietzsche, era alemán y se creía el genio entre los genios y murió loco y lo que ansiaba era una superación del hombre y fue el eje central de todo el pensamiento del siglo XX.

La lectura del libro –repito- me cambió totalmente, ya no volví a pensar igual. Porque después de haber leído quise comentarle a mi madre (a la que yo digo “viejita”) sobre las ideas del libro. Empecé con eso de que el cristianismo es un mal que debe ser quitado de la humanidad y las razones para considerarlo así… entonces ella me miró como se miran a esos bichos raros que merecen ser roseados con un insecticida y dijo que Nietzsche y yo nos quemaremos en el quinto infierno y que de ahí en adelante Nietzsche me diera de comer, Nietzsche me pagara los estudios, Nietzsche sea mi familia y que yo (yo, yooo!!!, su hijo) soy un desgraciado por hablar mal de Dios, de su Dios al que ella quiere y respeta bastante. Estuvo tres días sin hablarme, al final creo que le di pena (después de todo YO –jodiendo otra vez- era su hijo) y me empezó a dar de comer alcanzándome el plato con un palo para no tener contacto directo conmigo (esto último es exageración).

Sentía haber hecho el Grande Descubrimiento (algo así como Einstein con su teoría de la relatividad o Luk enterándose que Dark Vaider era su padre), tenía en mis manos el libro que me sacó de mi infancia mental. Tenía en mi poder un libro que hacia posible que una madre mirara a su hijo como un “apestado”. YO –de nuevo jodiendo- había leído un libro que realmente valía la pena. Al carajo con los libritos que tratan de aconsejarte, al carajo esas pajolerillas romanticotas con final feliz y colorín colorao (¡Viva Fleschman!, la levadura)… mandé a la basura a tanto Cohelo, a tanto Cuatémoc, a tanto queso robado, a tanta basura que no busca cambiar nada. Nietzsche y su Anticristo fue para mí un poco de libertad para mi espíritu (que ya para entonces quería empezar a volar). ¿Que de qué trata el libro?, ¿cuál es su estructura?, ¿cuál es el mensaje?, ¿qué tipo de lenguaje encontramos?, ¿y esas cositas en palabras que ponen siempre en los artículos de periódico?… Lean el libro, de eso se trata. Y a volar todo el mundo –como dice Cerati o tomándose un Toro Rojo mientras escucho “The Flower of Carnage” viendo imágenes de destrucción a lo terminéitor sentado frente a esta computadora que no es mía–.

Postdata:
Para los humanos audiovisuales: “tal vez por error o por no tener nada qué hacer o porque la figurita de la portada les gustó, pueden leer esto que escribo sentado; deben saber que lo hice pensando en ustedes. Y, como dije al principio, están obligados a leer o se me van la mierda”. ¡Viva Nietzsche!

miércoles, 22 de octubre de 2008

Kafka "El insecto claustrofóbico"


Kafka en la neurosis de nuestro tiempo

Texto de Felipe Revueltas
Dibujo de Erick Sarmiento


En su vigésimo octavo año de vida, García Márquez recordó -como lo hace cada vez que rememora el día en que decidió vivir y comer literatura- a Franz Kafka, el escritor que le mostró diferentes y raras maneras de escribir rompiendo los esquemas tradicionales de la literatura y de las ideas que la alimentan.

Después de leer La Metamorfosis, Gabo viajó a otro mundo tan irreal como Macondo porque se había topado con algo que hasta entonces no imaginaba y desde ese momento inició con voz propia la carrera literaria que ya todos conocemos. El checo que anticipó la opresión y la angustia del siglo XX, había calado hondo en el colombiano e inspiró el inicio del realismo mágico en la literatura universal.

Franz Kafka, el escritor que se declaraba “taciturno, poco sociable, descontento, pero no infeliz”, nació en Praga (Checoslovaquia) el 3 de julio de 1883, en el seno de una familia de comerciantes, donde aparentemente pasó una vida tranquila que, a la larga, se transformó en rutinaria, absurda, dolorosa, llena de angustia y frustración. Su carácter lacónico -el símbolo de su peculiar y famosa personalidad- lo hacía sentirse limitado y mutilado, dentro de la sociedad que nunca llegó a comprender, o la comprendió más de lo necesario.

La Metamorfosis, en palabras de Nabokov, “es una historia de un humano con forma de insecto que vive rodeado de insectos con forma de humano”. Acaso es uno de los mejores resúmenes que se le han dado a la obra mayor de Kafka, y una descripción certera sobre la vida atormentada y compleja de este checo que puede hacernos entender que la vida superficial de todos los días es más dramática de lo que parece.

“Todo cuanto no es literatura me hastía y provoca mi odio, porque me molesta o es un obstáculo para mí, por lo menos en mi opinión", escribía Kafka en una de las tantas cartas en la que confesaba además su obsesión por la literatura y el sufrimiento que le causaba la creación de cada relato. Tenía insomnio, dolores de piernas, de cabeza, y una desordenada alimentación que lo llevó a enfermarse de tuberculosis a una edad muy temprana, enfermedad que lo “liberó” de la absurda vida que le rodeaba en junio de 1924.

"Hace tiempo que no escribo. Con ello me pasa lo siguiente: Dios no quiere que yo escriba, pero yo tengo necesidad de hacerlo. Así se produce un constante tira y afloja, pero en definitiva Dios es el más fuerte, y hay en ello más desgracia de lo que puedas imaginarte”, escribió alguna vez, dejando testimonio sobre el compromiso que tenía con el arte literario.

Antes de morir, Kafka ordenó a Max Brod -entrañable amigo desobediente- que destruyera todos sus manuscritos, pero este no hizo caso al divino pedido del amigo y los publicó, con lo cual el ausente concitaría en poco tiempo la admiración de la crítica contemporánea. La fama de aquel personaje 'común y corriente' pronto cruzó toda frontera, pero el taciturno muchacho de orejas élficas ya estaba en el otro mundo, quién sabe si más complejo que éste.

Tal vez ahora más que nunca es necesario revisarlo, leerlo con más atención hasta que, tal vez, al amanecer podamos sentir que en vez de manos tenemos tenazas y un caparazón que nos impide levantarnos de la cama. De repente la claustrofobia se apoderaría de nosotros, el miedo de estar encerrados, y no precisamente en un cuarto pequeño, sino dentro de un mundo caótico, basado en reglas paradójicas que a veces nunca llegamos a comprender.

lunes, 20 de octubre de 2008

Feliz Cumpleaños Rimbaud

Texto de Felipe Revueltas

"Ahora puedo decir que el arte es una tontería". Jean Arthur Rimbaud





Feliz cumpleaños maestro. Feliz cumpleaños aunque te llegue al reverendo glande mi saludo. Feliz cumpleaños y si pudiera me uniría a tu mesa, desde donde orinas sobre todos aquellos pavos reales que intentan escribir sin una pizca de personalidad y lo hacen solo en sus cabezas, concretando solo nada, nada alabada luego por otros que también concretaron nada en un bar, donde la literatura se fue con la jalada de palanca de algún borracho que sentó a la belleza en sus rodillas y la injurió, pero ésta le mentó la madre y la acusó de violación.

Feliz cumpleaños, felices los curas, los corazones bajos las sotanas que son tan hombres como tubérculos son las papas. Felices los maricones, lesbianas y bisexuales, que no se hacen problemas para elegir, para plantear la libertad sin importarles la cosmovisión sesgada cada cinco segundos de la sociedad pacata, mentecata y barata de los moralistas, conservadores y rastrilladores del libre pensamiento.

Feliz cumpleaños porque tú sí encontraste el fin de la literatura, no a la utilidad, ni a la finalidad, sino el FIN, el saber cuándo detenerse al saber que la vida no necesita ser escrita ni inventada, sino solo basta con vivirla, puteando, engañando, maldiciendo, disparando, vomitando sobre la seda de cada cobarde que elige la vida mundana, recorriendo cada rincón del infierno, vendiendo fuego a los demonios de tu cabeza, rostizando tu espíritu encadenado a tu cuerpo, matando las horas, enterrándolas y bailando sobre sus tumbas.

Feliz cumpleaños cochino santurrón, genio renegado, lúbrico idólatra, erizo rabioso, adefesio de cloaca. Los que aprendimos de ti, nos agachamos con vergüenza porque te quisimos imitar, porque te mencionábamos y no sabíamos nada de tu obra. Perdón por pensar en cómo hubiera sido el mundo si no hubieras dejado la pluma a los 19 años, perdón por trasgredir a un pasado improbable, perdón por juzgar tu determinismo de mandar a la mierda a la belleza que además tenía la coxis espinada.

Y perdón también porque varios, desde que se enteraron de tu vida, recorríamos calles en constate tambaleo, buscando quizás un barco más ebrio que nosotros para encontrarte. Perdón por alternarte con Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Lautréamont, Bukowski, Martín Adán, Quiroga, Burroughs, Lovecraft, Poe, Whitman y demás zombis que en la vereda orinada han sido… (Continúa)

lunes, 6 de octubre de 2008

Funes el “Memorioso” nació en tierras uruguayas

FICCIÓN INSPIRADA EN LA REALIDAD
Memorable personaje de Borges provenía de una familia de campesinos ganaderos

La noticia pasó desapercibida y luego ciertamente olvidada, quizás porque no tenemos la millonésima parte de esa capacidad que tenía Funes “el memorioso” para recordar todos los minúsculos detalles que le impregnaba deliberadamente la hipermesia, ese mal que parece un poder de superhérore, pero que al final no es más que una enfermedad mental.

Resulta que en el año 1985, un artículo del periodista David Gutiérrez Mendoza, en las páginas de Metrópoli, un semanario local del departamento de Salto, Uruguay, sacó a la luz la posible identidad de quien sería la influencia de Jorge Luis Borges para escribir uno de sus cuentos más memorables.
Según el artículo, Funes fue inspirado por Dagoberto Arriaga, un joven estudiante de matemáticas que truncó sus estudios por sufrir un accidente. Dagoberto cayó bruscamente de un caballo, se rompió la cadera y perdió la movilidad de sus piernas.
Según David Gutiérrez, este estudiante provenía de la pequeña localidad agrícola de Belén y brilló por su rara capacidad de retener casi con exactitud todo lo que aprendía en un pequeño colegio rural.
Este joven, que a los 10 años se recitaba casi todo el Génesis de la Biblia y la tabla multiplicativa del 34 y del 35 (con una facilidad que -según Gutiérrez- ponía nerviosos a sus profesores), logró ser transferido, gracias al apoyo de un tío ganadero, al Liceo Alemán de la capital uruguaya, donde posteriormente brilló entre los alumnos más destacados.
Dagoberto fue nutrido por libros de literatura, historia, enciclopedias y todos los libros de actualidad que en su antigua casa no podría tener. Bajo la dirección del profesor Máximo de los Saucez, un enigmático personaje que alternó tertulias de juventud con Macedonio Fernández. En Montevideo, Dagoberto nadaba entre olas de páginas hechas con papel cebolla y tapa de cuero.
“Tenía una facilidad para aprender idiomas y sentía un apego por la filosofía presocrática. Pero su máximo placer radicaba en las matemáticas que, según afirman algunos familiares, le cambiaba el rostro y parecía transportado al éxtasis más profundo, a lo que los orientales llaman karma”, se lee en el artículo de David Gutiérrez.
Como era de suponerse, Borges supo de Dagoberto por medio de Macedonio Fernández y la idea de hacer una ficticia biografía surgió de inmediato. Era 1931, Borges escribiría el cuento para Ficciones, que publicó recién en 1945.
Según David Gutiérrez, este cuento es uno de los más “reales en comparación de los otros cuentos que componen este bello libro”. Por su parte Borges, nunca dijo de dónde le salió la idea del relato y solo se limitaba a decir que se trataba de "una larga metáfora del insomnio"; sin embargo, como si se tratara de una clave, al final del cuento pone el mismo año de la muerte de Dagoberto: 1889.
Nadie duda de la increíble y fascinante imaginación borgiana; pero con este caso, lo que queda claro es que las ideas más originales no salen de la inspiración, sino tienen su base en la más cruda realidad. Quizás este es uno de los ejemplos más resaltantes que existen.
Después del accidente del caballo, Dagoberto Fellini regresó a su aldea y la familia, dedicada a labores agrícolas, no pudo más que tenerlo en casa de donde se dice no salió más que para ser enterrado.
En casa lo visitaban profesores (entre ellos, Máximo de los Saucez), compañeros de clase, curiosos y demás personas que le incitaban a salir a dar un paseo o a regresar al Liceo Alemán de Montevideo. Dagoberto solo contestaba con monosílabos y mantuvo su posición de no volver a leer un solo libro.
Murió de la complicación de una gangrena muscular a los 17 años.

domingo, 17 de febrero de 2008

Las visiones ‘claras’ de Huxley

"El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás".
Aldous Huxley

La obra literaria de Aldous Huxley, una mezcla de sociología, psicoanálisis y hasta de ciencias biológicas, legado de un visionario inglés que por pasarse la vida escarbando los problemas que aquejaban al Hombre se convirtió al Vedantismo y hasta experimentó con el LSD, droga sicodélica ligada a la moda hippie y a famosos cantantes de los años 60. Pero Huxley, ya había experimentado con otra sustancia que le hizo famoso en el ámbito literario. Se trataba del soma.
El soma, un estupefaciente creado a partir de la mezcla de cocaína y morfina, consumido por los ciudadanos que conformaban la sociedad del futuro: un solo gobierno mundial represor y totalitario, en donde la guerra y la pobreza no existen, pero tampoco la familia (la reproducción está basada sobre el cultivo de humanos), el arte, la filosofía y la religión, y hablar de historia o de la reproducción vivípara es uno de los actos más obscenos. El soma llenaba los vacíos existenciales y creaba en el individuo un estado de felicidad absurda, un placer que le bastaba para aplacar todo mal existente.
Aldous Huxley detalla la vida de esta futura sociedad en Un mundo feliz, novela de ciencia ficción que refiere a una sociedad de tecnología avanzada, en donde cada ciudadano goza de una falsa felicidad, que no es más que el resultado de un condicionamiento basado en la hipnopedia -transmisión de mensajes repetitivos durante el sueño-. De esta manera, cada integrante de la gran sociedad estaba satisfecho de ser quien era y ocupaba un cargo según la raza a la que pertenecía, y si sentía algún malestar ligado a las emociones, lo solucionaba con unas tabletas de soma.
La utopía de Huxley es una mirada al mundo futuro, pero de manera sarcástica. El escritor inglés, destacó por ser un gran intelectual prematuro que influía con sus ideas ligadas a la libertad humana. Como periodista, viajó por todo el mundo y tuvo un notable interés en la filosofía oriental, que se contraponía a los trastornos generados por la civilización occidental. Influido por el ancestral pensamiento, escribió libros que pregonaban el pacifismo y las ideas espirituales de los Vedas. Años después, descubriría drogas como la mescalina, LSD y psilocibina, estupefacientes sicodélicos que le permitían ver con “claridad” los problemas existentes en el mundo moderno.
El LSD -droga que induce a estados alterados de conciencia, comparados a los de la esquizofrenia- se hizo popular entre los artistas de la época. The Beatles, The Doors (banda inspirada en Las puertas de la percepción, libro espiritual de Huxley) y Pink Floy, fueron algunos grupos que la consumían abiertamente; incluso, el grupo liderado por Jhon Lennon grabó la canción Lucy in the Sky with Diamonds, acróstico del LSD. Aunque Lennon negó dicha relación, el video clip decía lo contrario: era una animación en colores sicodélicos que representaban una alucinación.
Huxley rechazó -como lo hiciera después el líder de The Beatles- el título de Caballero de la corona británica. El alejamiento hacia lo material y superfluo fue la consigna mística que lo acompañó hasta el final de sus días. En el lecho de muerte, al no poder pronunciar palabra alguna, le pidió por escrito a su esposa 100 microgramos de LSD, lo que le permitió morir apaciblemente, oyendo, desde el más allá, la lectura del Libro tibetano de los muertos, como lo había deseado. Murió a los 69 años.

Felipe Revueltas