miércoles, 22 de octubre de 2008

Kafka "El insecto claustrofóbico"


Kafka en la neurosis de nuestro tiempo

Texto de Felipe Revueltas
Dibujo de Erick Sarmiento


En su vigésimo octavo año de vida, García Márquez recordó -como lo hace cada vez que rememora el día en que decidió vivir y comer literatura- a Franz Kafka, el escritor que le mostró diferentes y raras maneras de escribir rompiendo los esquemas tradicionales de la literatura y de las ideas que la alimentan.

Después de leer La Metamorfosis, Gabo viajó a otro mundo tan irreal como Macondo porque se había topado con algo que hasta entonces no imaginaba y desde ese momento inició con voz propia la carrera literaria que ya todos conocemos. El checo que anticipó la opresión y la angustia del siglo XX, había calado hondo en el colombiano e inspiró el inicio del realismo mágico en la literatura universal.

Franz Kafka, el escritor que se declaraba “taciturno, poco sociable, descontento, pero no infeliz”, nació en Praga (Checoslovaquia) el 3 de julio de 1883, en el seno de una familia de comerciantes, donde aparentemente pasó una vida tranquila que, a la larga, se transformó en rutinaria, absurda, dolorosa, llena de angustia y frustración. Su carácter lacónico -el símbolo de su peculiar y famosa personalidad- lo hacía sentirse limitado y mutilado, dentro de la sociedad que nunca llegó a comprender, o la comprendió más de lo necesario.

La Metamorfosis, en palabras de Nabokov, “es una historia de un humano con forma de insecto que vive rodeado de insectos con forma de humano”. Acaso es uno de los mejores resúmenes que se le han dado a la obra mayor de Kafka, y una descripción certera sobre la vida atormentada y compleja de este checo que puede hacernos entender que la vida superficial de todos los días es más dramática de lo que parece.

“Todo cuanto no es literatura me hastía y provoca mi odio, porque me molesta o es un obstáculo para mí, por lo menos en mi opinión", escribía Kafka en una de las tantas cartas en la que confesaba además su obsesión por la literatura y el sufrimiento que le causaba la creación de cada relato. Tenía insomnio, dolores de piernas, de cabeza, y una desordenada alimentación que lo llevó a enfermarse de tuberculosis a una edad muy temprana, enfermedad que lo “liberó” de la absurda vida que le rodeaba en junio de 1924.

"Hace tiempo que no escribo. Con ello me pasa lo siguiente: Dios no quiere que yo escriba, pero yo tengo necesidad de hacerlo. Así se produce un constante tira y afloja, pero en definitiva Dios es el más fuerte, y hay en ello más desgracia de lo que puedas imaginarte”, escribió alguna vez, dejando testimonio sobre el compromiso que tenía con el arte literario.

Antes de morir, Kafka ordenó a Max Brod -entrañable amigo desobediente- que destruyera todos sus manuscritos, pero este no hizo caso al divino pedido del amigo y los publicó, con lo cual el ausente concitaría en poco tiempo la admiración de la crítica contemporánea. La fama de aquel personaje 'común y corriente' pronto cruzó toda frontera, pero el taciturno muchacho de orejas élficas ya estaba en el otro mundo, quién sabe si más complejo que éste.

Tal vez ahora más que nunca es necesario revisarlo, leerlo con más atención hasta que, tal vez, al amanecer podamos sentir que en vez de manos tenemos tenazas y un caparazón que nos impide levantarnos de la cama. De repente la claustrofobia se apoderaría de nosotros, el miedo de estar encerrados, y no precisamente en un cuarto pequeño, sino dentro de un mundo caótico, basado en reglas paradójicas que a veces nunca llegamos a comprender.

lunes, 20 de octubre de 2008

Feliz Cumpleaños Rimbaud

Texto de Felipe Revueltas

"Ahora puedo decir que el arte es una tontería". Jean Arthur Rimbaud





Feliz cumpleaños maestro. Feliz cumpleaños aunque te llegue al reverendo glande mi saludo. Feliz cumpleaños y si pudiera me uniría a tu mesa, desde donde orinas sobre todos aquellos pavos reales que intentan escribir sin una pizca de personalidad y lo hacen solo en sus cabezas, concretando solo nada, nada alabada luego por otros que también concretaron nada en un bar, donde la literatura se fue con la jalada de palanca de algún borracho que sentó a la belleza en sus rodillas y la injurió, pero ésta le mentó la madre y la acusó de violación.

Feliz cumpleaños, felices los curas, los corazones bajos las sotanas que son tan hombres como tubérculos son las papas. Felices los maricones, lesbianas y bisexuales, que no se hacen problemas para elegir, para plantear la libertad sin importarles la cosmovisión sesgada cada cinco segundos de la sociedad pacata, mentecata y barata de los moralistas, conservadores y rastrilladores del libre pensamiento.

Feliz cumpleaños porque tú sí encontraste el fin de la literatura, no a la utilidad, ni a la finalidad, sino el FIN, el saber cuándo detenerse al saber que la vida no necesita ser escrita ni inventada, sino solo basta con vivirla, puteando, engañando, maldiciendo, disparando, vomitando sobre la seda de cada cobarde que elige la vida mundana, recorriendo cada rincón del infierno, vendiendo fuego a los demonios de tu cabeza, rostizando tu espíritu encadenado a tu cuerpo, matando las horas, enterrándolas y bailando sobre sus tumbas.

Feliz cumpleaños cochino santurrón, genio renegado, lúbrico idólatra, erizo rabioso, adefesio de cloaca. Los que aprendimos de ti, nos agachamos con vergüenza porque te quisimos imitar, porque te mencionábamos y no sabíamos nada de tu obra. Perdón por pensar en cómo hubiera sido el mundo si no hubieras dejado la pluma a los 19 años, perdón por trasgredir a un pasado improbable, perdón por juzgar tu determinismo de mandar a la mierda a la belleza que además tenía la coxis espinada.

Y perdón también porque varios, desde que se enteraron de tu vida, recorríamos calles en constate tambaleo, buscando quizás un barco más ebrio que nosotros para encontrarte. Perdón por alternarte con Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Lautréamont, Bukowski, Martín Adán, Quiroga, Burroughs, Lovecraft, Poe, Whitman y demás zombis que en la vereda orinada han sido… (Continúa)

lunes, 6 de octubre de 2008

Funes el “Memorioso” nació en tierras uruguayas

FICCIÓN INSPIRADA EN LA REALIDAD
Memorable personaje de Borges provenía de una familia de campesinos ganaderos

La noticia pasó desapercibida y luego ciertamente olvidada, quizás porque no tenemos la millonésima parte de esa capacidad que tenía Funes “el memorioso” para recordar todos los minúsculos detalles que le impregnaba deliberadamente la hipermesia, ese mal que parece un poder de superhérore, pero que al final no es más que una enfermedad mental.

Resulta que en el año 1985, un artículo del periodista David Gutiérrez Mendoza, en las páginas de Metrópoli, un semanario local del departamento de Salto, Uruguay, sacó a la luz la posible identidad de quien sería la influencia de Jorge Luis Borges para escribir uno de sus cuentos más memorables.
Según el artículo, Funes fue inspirado por Dagoberto Arriaga, un joven estudiante de matemáticas que truncó sus estudios por sufrir un accidente. Dagoberto cayó bruscamente de un caballo, se rompió la cadera y perdió la movilidad de sus piernas.
Según David Gutiérrez, este estudiante provenía de la pequeña localidad agrícola de Belén y brilló por su rara capacidad de retener casi con exactitud todo lo que aprendía en un pequeño colegio rural.
Este joven, que a los 10 años se recitaba casi todo el Génesis de la Biblia y la tabla multiplicativa del 34 y del 35 (con una facilidad que -según Gutiérrez- ponía nerviosos a sus profesores), logró ser transferido, gracias al apoyo de un tío ganadero, al Liceo Alemán de la capital uruguaya, donde posteriormente brilló entre los alumnos más destacados.
Dagoberto fue nutrido por libros de literatura, historia, enciclopedias y todos los libros de actualidad que en su antigua casa no podría tener. Bajo la dirección del profesor Máximo de los Saucez, un enigmático personaje que alternó tertulias de juventud con Macedonio Fernández. En Montevideo, Dagoberto nadaba entre olas de páginas hechas con papel cebolla y tapa de cuero.
“Tenía una facilidad para aprender idiomas y sentía un apego por la filosofía presocrática. Pero su máximo placer radicaba en las matemáticas que, según afirman algunos familiares, le cambiaba el rostro y parecía transportado al éxtasis más profundo, a lo que los orientales llaman karma”, se lee en el artículo de David Gutiérrez.
Como era de suponerse, Borges supo de Dagoberto por medio de Macedonio Fernández y la idea de hacer una ficticia biografía surgió de inmediato. Era 1931, Borges escribiría el cuento para Ficciones, que publicó recién en 1945.
Según David Gutiérrez, este cuento es uno de los más “reales en comparación de los otros cuentos que componen este bello libro”. Por su parte Borges, nunca dijo de dónde le salió la idea del relato y solo se limitaba a decir que se trataba de "una larga metáfora del insomnio"; sin embargo, como si se tratara de una clave, al final del cuento pone el mismo año de la muerte de Dagoberto: 1889.
Nadie duda de la increíble y fascinante imaginación borgiana; pero con este caso, lo que queda claro es que las ideas más originales no salen de la inspiración, sino tienen su base en la más cruda realidad. Quizás este es uno de los ejemplos más resaltantes que existen.
Después del accidente del caballo, Dagoberto Fellini regresó a su aldea y la familia, dedicada a labores agrícolas, no pudo más que tenerlo en casa de donde se dice no salió más que para ser enterrado.
En casa lo visitaban profesores (entre ellos, Máximo de los Saucez), compañeros de clase, curiosos y demás personas que le incitaban a salir a dar un paseo o a regresar al Liceo Alemán de Montevideo. Dagoberto solo contestaba con monosílabos y mantuvo su posición de no volver a leer un solo libro.
Murió de la complicación de una gangrena muscular a los 17 años.